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martes, 25 de agosto de 2020

Mirandinha: de la fantasía, a la pintura

El martes 9 de julio de 1968 vino al mundo Wilfrido Miranda Quintana, en la ciudad de Presidente Franco, Alto Paraná. Su padre se caracteriza por ser muy calmado, don Tranquilino, por lo que su madre, doña Fidelina, debía hacer el contrapeso para que todo marche sobre rieles en la familia. Sus hermanos son Paulina, Margarita, Amado, Carlos y Nery. Su esposa es Ninfa Díaz, con quien tienen dos hijos, Abigail y Diago, de 12 y 10 años, respectivamente.

Trayectoria. “Empecé a jugar al fútbol a los 14 años. Me fiché en el 1 de Mayo; jugué en varios clubes de la Liga Paranaense, Minga Guazú, Nanawa, Tupí Guaraní, Cerro Porteño de Presidente Franco, 3 de Febrero, Nacional de Hernandarias. En la capital del país milité en Cerro Porteño y también en Sol de América”.

Conquistas. “Salí campeón en Alto Paraná con el 3 de Febrero y Minga. En el fútbol profesional salí campeón con Cerro en 1992”.

El apodo. “Es por mi apellido, aunque mucha gente relacionó con un futbolista brasileño de la época conocido como Mirandinha”.

Un balance. “Desde chiquitito me gustaba el fútbol. Nuestra casa estaba frente mismo al 1º de Mayo y me pasaba todo el día por ahí. Todos mis hermanos jugaban también, no llegaron a ser profesionales pero compitieron en la Liga Paranaense. Son recuerdos muy lindos, me dediqué temprano al deporte y el fútbol me dio todo”.

Su paso por el Ciclón. “Tuve como compañeros a ídolos del club, Gamarra, Struway, Arce, Blas Cristaldo, Goycochea, el brasileño Alex Rossi, todos de gran nivel. Tuve la fortuna de compartir con ellos gratos momentos”.

Ingresos. “En esa época se ganaba poca plata. Cuando llegué a Cerro mi sueldo fue de 600.000 guaraníes. Los premios sí eran buenos, había variedad. Cuando uno juega cobra todo y cuando no, te toca el 50 por ciento”.

Momento frustrante. “Cuando juega y va escalando, uno se entusiasma. Al estar en Cerro creí que iba a llegar aún mucho más lejos, porque el club quería mi pase definitivo, hablé con el presidente del Minga Guazú, Hugo Paster, y no llegamos a un acuerdo. Ahí casi me dejé del fútbol, me truncó mi carrera futbolística Minga. Me sentía capacitado para triunfar fuera del país”.

Recuerdos de infancia. “La escuela era difícil, camisa blanca, pantalón azul y zapatos negros. Erekóronte eraha, osino pynandi ejoka hese”.

Su presente. “Nunca pensé estar por aquí. Vino mi señora primero y le seguí, para mejorar económicamente. Nuestros compatriotas que están tienen el mismo objetivo. Estuve mucho tiempo en el fútbol, más de 20 años. A los 36 dejé y después vine a Estados Unidos, formé una linda familia. Mi infancia fue bastante difícil, pero gracias a Dios, con la ayuda de mi gente, salimos adelante”.

Tesonera labor. “Vine para mejorar la calidad de vida y estamos en eso, luchando para salir adelante. Estoy en el rubro de pintura y vivimos en Nueva Jersey, cerca de Nueva York. El trabajo aquí es muy duro, pero hay que hacer. Osino, ivai la porte. Hay que hacer las cosas para sobresalir, más aún cuando uno está afuera del país. Estamos pensando volver algún día a Paraguay; vamos a ver qué pasa más adelante”.

Diversión. “Cuando llegué acá estaba la Liga Paraguaya de Fútbol de Nueva York. Jugué tres, cuatro años con los amigos y después dejé definitivamente”.

Ahorrar es casi imposible. “La vida es muy difícil, es solo para el día a día. Antes había más posibilidad para juntar la platita. Ahora ya no, lo que ganás en dólares lo gastás, es complicado juntar porque no alcanza para nada. Cambió mucho con relación a 10, 15 años atrás, es totalmente diferente”.

Alimentación. “Nunca me cuidé en la comida, le bajaba lo que había, no tenía problema alguno. Pero mi favorita es la milanesa con ensalada rusa”.

“Hidratación”. “En el tercer tiempo si que..., ya sabés luego. Soy cervecero, eso es categórico. Poco consumo otra bebida, solamente la cerveza, con los amigos. I gusto la tercer tiempo”.

Un cambio radical. “Cuando uno es soltero es totalmente diferente. Al casarse ya comienza otra etapa, se vienen los hijos y cambia todo. Los niños son lo máximo, dan felicidad al hogar”.

El futsal, su otra pasión. “Tres años después de jugar fútbol de campo me inicié en el fútbol de salón y lo hacía casi en paralelo. Cuando terminaba el fútbol grande por decirlo así ya nos íbamos al chico, que te ayuda mucho para la técnica, el toque del balón en espacio reducido, con la posibilidad de moverte con mayor rapidez. En ambas disciplinas me salieron bien las cosas y pude alcanzar títulos”.

Su referente y el defensor más duro. “Mi ídolo era Adolfino Cañete y el defensor más rudo que me tocó enfrentar fue Mario Ramírez, que jugaba en Olimpia”.

Características. “Mi forma de jugar era exquisita. Tenía la pelota en los pies lo menos posible y hacía los pases de larga distancia. Ese era mi fuerte. Tenía una visión de juego para mí, excelente”.

Maestros. “Tuve grandes profesores, como estuve en varios clubes, pero Valdir Espinosa fue uno de los mejores, al igual que Paulo César Carpegiani, con los que trabajé en Cerro”.

Anécdota. “A los que somos del Este nos decían que éramos malandros, así en joda, que roban autos y todo eso. En Cerro cuando eso casi la mayoría tenía autos ‘mau’ (indocumentados) y justo Struway tenía un Verona. Cuando se iba a bajar ponía el seguro del volante, para que no se le robe. Le estaba mirando y le dije vamos a apostar un millón de guaraníes que te voy a sacar la traba esa en 60 segundos. Y dudó de mí porque sabía que era esteño. Me dijo ‘noo, dejate de joder, letrado’”.

vmiranda@abc.com.py

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