Es el único campeón del mundo con el castellano como lengua madre, y por eso muchos latinoamericanos (y españoles) lo consideramos “nuestro” campeón mundial.
Fue el tercer campeón del mundo. Lo consiguió en La Habana 1921, al derrotar a Emanuel Lasker, que fue el monarca durante 27 años, y perdió el título con Alexander Alekhine en Buenos Aires 1927.
Por más que lo intentó muchas veces, Capablanca no consiguió nunca que Alekhine le concediera la revancha.
En el torneo de Nueva York 1931 Capablanca se enfrentó a la nueva generación de EE.UU., como Isaac Kashdan, Alexander Kevitz, Herman Steiner, Israel Horowitz y otros; lo hizo con éxito, ganó con 10 puntos sobre 11, sacando un punto y medio de ventaja a Kashdan.
Tras ese triunfo, el 5 de junio de 1931 viajó en la nave Ille de France a disputar un match contra el futuro campeón del mundo Max Euwe.
Capablanca venció por 2 a 0, con ocho tablas. Tras dar simultáneas en Ámsterdam y La Haya, volvió a Cuba, y luego fue a Nueva York, para seguir intentando jugar el match revancha, sin éxito.
Una inactividad casi forzada
Recibió con mucha ilusión la invitación a jugar un torneo en Pasadena en 1932, pero, como se cuenta en Capablanca Leyenda y Realidad del cubano Miguel A. Sánchez, el mejor libro que hay sobre Capablanca, el bloqueo a sus participaciones donde jugaba Alekhine se hizo presente.
El organizador de Pasadena, Henry MacMahon le escribió al presidente de la Federación Cubana de Ajedrez para excusarse por no poder invitar a Capablanca pues Alekhine pedía 2.000 dólares de honorarios por participar si el cubano también acudía.
Eso ocurrió también con otros torneos, los organizadores prefirieron invitar al campeón del mundo sin invitar a Capablanca al mismo tiempo.
Capablanca estuvo sin jugar dos años y medio, solo dio exhibiciones por EE.UU., y ciudades latinoamericanas donde había estado Alekhine buscando mantener vivo el interés por el match revancha.
Algo crucial que, de pasada, revitalizó el interés de Capablanca por el ajedrez ocurrió en 1934. Capablanca conoció a quien sería su segunda esposa, la soviética Olga Chubarova.
Carlo Ancelotti, tras los pasos de Capablanca
El entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, posiblemente el entrenador de fútbol más exitoso, cuando entrenaba al Chelsea, en el Reino Unido, empezó una historia de amor con cierta similitud a la de Capablanca, como veremos.
Un día estaba cenando en un restaurante de Londres, en 2009, y se acercó a la mesa de una mujer que estaba cenando con otro hombre y le dijo: “Tú serás mi prometida algún día” a lo que ella contestó, “Claro, yo llevaré los anillos”.
A pesar de ese extraño comienzo, la boda entre Ancelotti y la canadiense de padres españoles Mariann Barrena se concretó, fue en Vancouver el 6 de julio de 2014.
Olga Chubarova
Capablanca conoció a su segunda esposa Olga Chubarova a fines de la primavera de 1934, en una fiesta improvisada ofrecida por una amiga cercana, Myrtle H., en la mansión de esta última en Riverside Drive, Nueva York.
Olga Capablanca recordó: “Todos se pusieron a bailar, excepto un hombre que, me había dado cuenta vagamente, buscó estar cerca de mí. Tranquilo, pero claramente, me dijo: ´Algún día tú y yo nos casaremos”.
Cuando estaba por irse a casa, el hombre le dijo: “Por favor, deme su número de teléfono. Permítame llamarla. Mi nombre es Capablanca”.
A la mañana siguiente sonó su teléfono: “Era Capablanca. ´Espero que recuerdes que cenarás conmigo esta noche`. Si lo hice, o no, no importó. Con firmeza me dijo que me llamaría a las seis. Precisamente a las seis sonó el timbre de la planta baja. Cuando bajé, Capablanca estaba parado junto a su automóvil. Mientras se quitaba el sombrero, me sorprendió ver lo guapo que era. Desde ese momento, me llamó todos los días, y si no podía verlo debido a otros compromisos, se ponía terriblemente infeliz. A veces pasaba la mayor parte de la noche en el banco frente a nuestras ventanas en Central Park esperando mi regreso. Si le decía algunas palabras molestas, como sucedió algunas veces, las lágrimas brotaban de sus ojos, lo que me hacía sentir terriblemente culpable”.
“Unas semanas más tarde recibió una invitación [para dar dos sesiones de simultáneas en San Juan de Puerto Rico, en octubre de 1934]. Antes de irse, hizo algo completamente diferente a su naturaleza reservada. A la gente de la prensa, que se reunió a su alrededor como siempre, hizo una declaración extraordinaria: ´Siempre me habéis hecho preguntas sobre mi vida privada. Ahora les daré una noticia importante. Pueden imprimirlo donde quieran: por primera vez en su vida, Capablanca está enamorado”.
“Esto me lo contó el cónsul cubano, Pablo Suárez, creo que era su nombre. Estaba sorprendida y algo avergonzada, pero mis pensamientos ya no estaban confusos. Ya compartía los sentimientos de Capablanca. Cuando retornó a Nueva York y me besó, se lo dije”.
“Es nuestro destino”, dijo Capablanca, y añadió: “Lo supe desde el principio. Recuperaré mi título por ti. Hubo años en que la vida casi no tenía sentido para mí, pero ahora es diferente. Demostraré que soy el mejor jugador del mundo”.
Capablanca estaba separado de su primera esposa, pero no divorciado, se divorció y se casó con Olga el 20 de octubre de 1938.
Vuelta al tablero
Capablanca volvió a jugar, lo hizo a fines de 1934 en Hastings, su alejamiento del tablero se notó, por primera vez ocupó el cuarto puesto en un torneo, hizo 5½ sobre 9 puntos, superado por Euwe, Flohr y Thomas con 6½.
En febrero de 1935 jugó en Moscú, donde nuevamente salió cuarto, aunque tras una oposición más fuerte. Ganaron Botvinnik y Flohr, con 13 puntos sobre 19, Lasker, ¡con 66 años!, salió tercero con 12½ y Capablanca finalizó con 12 (+7, -2, =10).
Capablanca terminó su gira jugando un tercer torneo, en Margate, Reino Unido, en mayo de 1935, donde terminó segundo tras Reshevsky, para tomarse otro año sin jugar torneos serios.
A fines de 1935 las esperanzas de jugar un match por el título mundial renacieron, ya que sorprendentemente Max Euwe se convirtió en el 5º campeón mundial, al derrotar en el match por el título a Alekhine.
Si bien Capablanca no tuvo gran éxito en su vuelta al tablero en los años 1934 y 1935, el año 1936 fue extraordinario y lo llevó nuevamente a ser el mejor del mundo.
La tigresa muestra sus garras
En el libro de Genna Sosonko The World Champions I knew se reproduce una serie de charlas con la segunda esposa de Capablanca, entonces ya llamada Olga Clark, como su cuarto esposo, Capablanca fue su segundo marido.
Allí cuenta: “La primera vez que vi a Alekhine fue en algún lugar cerca de Karlovy Vary, creo que fue en el 36. Era verano, y había alguna fiesta en el jardín. Yo estaba hablando con Stahlberg, Capa me lo había presentado poco antes, pero pocos minutos después se nos acercó cierto hombre con el cabello despeinado, que parecía un vendedor de tienda. Era Alekhine. ¿Era atractivo? Al contrario, era algo insípido. Lo reconocí de inmediato por las fotografías, el mayor enemigo de Capablanca, y me quedé fría…”.
Tras presentarse, Alekhine se disculpó con Stahlberg y le dijo que necesitaba hablar con la señora.
Le dijo a Olga que Capablanca podía pensar de él lo que quisiera, pero que en compañía de terceros deberían saludarse.
“Que Capablanca ni lo saludaba, y así. ´Evidentemente, le contesté. Capablanca tiene fuertes razones para eso’. ´Tal vez`, dijo Alekhine, pero el mundo entero comprende que, si bien perdí el match con Euwe y él es ahora el Campeón del Mundo oficial, somos yo mismo y Capablanca los jugadores más fuertes”.
“Capablanca y usted, le dije, ‘y lo sabe, es por eso que no le da a Capablanca un match revancha”.
“Me miró de modo extraño y continuó: ´No estaba bien del todo durante mi match con Euwe, pero puedo asegurarle que`…Lo interrumpí nuevamente: ´Como Capablanca no estaba bien cuando perdió el título con usted en 1927 en Buenos Aires`. Y Alekhine le contestó, en francés, ´Es imposible hablar con usted. Usted es una tigresa”, y ya no volvieron a hablar nunca más”.
Cuando Capablanca volvió, Olga le dijo “Alekhine acaba de llamarme tigresa”, y le contó toda la conversación, “Ah, eres mi tigresa”, le dijo Capablanca, y le besó la mano, después le pidió que se lo contara de nuevo, no quería perderse ningún detalle.
1936, un año extraordinario de Capablanca
En abril de 1936 Capablanca comenzó su mejor año jugando en el tradicional torneo de Margate, donde a pesar de hacer 7 puntos sobre 9, fue superado por Salo Flohr, que hizo 7½.
El 14 de mayo de 1936 comenzó el Tercer Torneo Internacional de Moscú, finalizó el 8 de junio, fue más fuerte que el de 1935, tuvo 10 participantes, a doble vuelta, Capablanca y Lasker jugaron por tercera vez en Moscú, junto a los ganadores de 1935, Botvinnik y Flohr, en la famosa Sala de las Columnas.
Capablanca obtuvo un extraordinario éxito al ganar el torneo con 13 puntos sobre 18, sacó un punto de ventaja a Botvinnik y 3½ al tercero, Salo Flohr.
Un mes después, en Nottingham, del 10 al 28 de agosto de 1936, jugaron el campeón mundial, Euwe, tres excampeones, Lasker, Capablanca y Alekhine, y dos futuros campeones, el mismo Alekhine y Botvinnik.
Fue considerado entonces el torneo más fuerte de la historia por Emanuel Lasker, y sigue siendo uno de los más fuertes: participaron los ocho mejores jugadores del mundo.
Capablanca volvió a vencer, esta vez empatado con Botvinnik, con 10 puntos sobre 14 (+7=6 -1); Alekhine terminó en 6º lugar.
Cuenta Olga Capablanca que, con su esposo, acordaron que durante el torneo de Nottingham ella se quedara en Londres, porque en Nottingham se aburriría y él, por las partidas, podría estar irritable.
Al principio de su estancia en Londres Olga recibió una carta de su esposo, en la cual le pedía que fuera a Nottingham sin demora, ella creía que Capablanca la necesitaba porque había empezado mal el torneo y requería de apoyo emocional.
Pero… “Cuando descendí del tren, estaba esperándome en el andén y sus ojos demostraban una sonrisa resplandeciente como el agua del mar. Después de una cariñosa bienvenida, le pregunté: ´¿Ganaste hoy?`, ´¡Sí!`, me contestó, ´¡contra Alexander Alekhine!”.
Todo tenía un aspecto excelente, y Capablanca parecía estar en camino de cumplir su promesa de volver a ser campeón del mundo, pero pronto todo cambió, en parte cuando Alekhine recuperó su título, pero especialmente porque, ya en Nottingham, Capablanca presentó síntomas de su alta presión arterial, de la que no pudo librarse a tiempo.
Fue la primera vez que Capablanca y Alekhine jugaron desde el match de Buenos Aires 1927, recordemos esa partida.
GM Zenón Franco Ocampos
Asunción, 8 de marzo de 2023
Via ABC Color https://www.abc.com.py
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