“Pasé cosas muy malas, pero me hicieron más fuertes. Perdí personas que marcaron mi niñez. Dejé mi familia con 15 años, viví bajo las graderías. En Alemania pasé tres meses sin dormir y sin saber qué comer. Solo pedía lo que había en la vitrina, que eran pollo y papa frita. Ese es el Nelson que la gente no conoce. Presentarse a un entrenamiento en el que no entendés absolutamente nada de lo que dicen. Te sentís un boludo porque estás parado y luego te estiran de aquí para allá y para acá. Por esa razón, aprendí el alemán y a los seis meses ya estaba dando entrevistas en alemán. Jugaba sin dormir por extrañar a la familia, por los cambios de horarios y del clima. Esas cosas me forjaron a lo que soy, a valorar lo que soy y lo que tengo. Soy un agradecido con Dios y a toda mi familia”, valora.
“Lo que yo buscaba era alguien que hable el mismo idioma. Yo tuve amistades, digamos ‘callejeras’, porque la mayoría eran de República Dominicana, del Caribe. Tenía amistades que eran de Venezuela. Uno era DJ, el otro era portero de discoteca y otro trabajaba en un restaurante. Yo no salía del restaurante. Pasaban cosas en frente de mí, en el que un jugador que no es bien centrado se puede desviar por la vida que llevaban mis amigos”, enfatiza el León guaraní.
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