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domingo, 12 de julio de 2020

“Toro” perdido en Corea

El 23 de diciembre de 1968 nació Néstor Ramón Cáceres. Es del barrio Caaguazú de Itá y antes de meterse de lleno al fútbol trabajaba como zapatero en Itauguá. “Era cortador de piezas de cuero, dependiendo del molde que se necesitaba”. Después se dio cuenta que realmente le daba el “cuero” para obtener ingresos con el deporte e inició su largo periplo.

“Ha’urei todo el día”, expresó consultado sobre su actualidad. Venía desempeñándose como entrenador de Juventud Cordillerana de Capilla Cue, en Piribebuy y luego de la victoria por 2-0 sobre General Caballero en el inicio de la Liga, esta paró por la pandemia. “Opaite, no hay nada ahora. Ni torneo senior podemos jugar. Ijetu’u, ha’upáma la hemby va’ekue; jahata hese ikatumiha meve”.

El 24 de Junio de la Liga Iteña fue su primer club y en el que tuvo varias etapas, como jugador y técnico. Antolín Irala de Itauguá, las selecciones Itaugüeña y Regional Ypacaraí (con la que fue campeón del Nacional Interligas), Nacional, Colegiales, Humaitá de Roque Alonso, Sport Colombia, Gimnasia y Tiro de Salta (Argentina), Sportivo San Lorenzo, Sol de América, Presidente Hayes, Rangers de Talca (Chile), 12 de Octubre de Itauguá, Cerro Porteño, Colegiales, Luqueño, Sport Colombia, Sportivo Iteño, Juventud Cordillerana, 27 de Diciembre y 14 de Mayo de Carapeguá, Valois Rivarola de Itá, Capellán Benicio Britos de la Liga Sanjosiana y 13 Tuyutí de Mariscal Estigarribia (Chaco), su impresionante recorrido, que incluyó citaciones a la selección nacional, integrando el plantel albirrojo para un par de juegos de las eliminatorias para el Mundial Francia 1998, contra Ecuador y Bolivia.

El 2001 fue un año que marcó su carrera. En el primer semestre fue campeón con Cerro Porteño y en el segundo descendió con Colegiales. En el Ciclón percibió solo una parte del salario bajo la presidencia de César Luis Puente y pidió rescindir el contrato porque tenía pocos minutos en campo y quería jugar más. “De premio por el título cobré una parte nomás también”. Y en el “Rojo” de Cuatro Mojones tampoco pudo ganar plata porque su presencia coincidió con la época de vacas flacas que originó la pérdida de categoría, después de una larga militancia en el máximo circuito.

“Ndajekehái la che suerte-gui. En esa época no se ganaba mucho, si era ahora, Cristiano Ronaldoícha agana amo'ã. En Cerro mi sueldo era 5.000.000 de guaraníes, pero dos meses nomás cobré. Por concentración G. 500.000, eso era seguro, cada sábado. Y con eso me mantenía”.

En cada transferencia, “don Alfonso Colmán cobraba y no me daba nada. Ehóntema Cerro-pe eñepresenta he’i chéve, ha ha’e ocobra 10.000 dólares. Heta che jode, cuando fui a Argentina no me tocó nada y él cobró US$ 100.000 por el préstamo. Gimnasia y Tiro jugaba cuando eso en Primera y mi ilusión era tocar los premios. Tiro a vuelta roperde”. En Chile pasó casi lo mismo, porque su modesto elenco se pasaba “colaborando” cada domingo y además con el dinero importante se quedaba el entonces presidente del Sport Colombia.

“Tortilla con jety mbychy”, su menú de niño cuando la cuestión se complicaba en la canasta familiar. Trataba de resistir a las tentaciones de joven, es por eso que nunca estuvo tan apegado a la bebida. “Tomo poco, senior rire michîmi”. Es que el tercer tiempo es prácticamente ineludible.

La pasta, el fideo tallarín, es su especalidad, con polca paraguaya, cachaca, siempre con su aparato sonoro cerca. “Reggaetón katu nahenduséiete voi”.

“Para jugar al fútbol hay que sacrificarse”, reflexionó. En su caso, llevó una vida disciplinada a la espera de la gran oportunidad para marcar la diferencia. En 1995 se le presentó la ocasión de ir al balompié surcoreano y no dudó un instante, sin saber que la jugada no iba a salir de la manera esperada, porque un empresario (de apellido Choi) no cumplió lo que había prometido.

“Oho opói rei chehégui” y quedó perdido en una ciudad distante a unos 50 kilómetros de Seúl. “Quiero mi pasaje le dije al tipo, ‘no hay problema’ me dijo, pero no me dio. ‘Quedate una semana más y te voy a dar 10.000 dólares’ me propuso y acepté. No había nada, los clubes estaban de gira, de pretemporada”.

La cuestión se complicaba cada vez más, porque Néstor se había ido a jugar, no a pasear. “Me dijo vamos a hacer prueba y me llevó a una escuela de fútbol, a entrenar con chicos. Desastre kóa dije ha añembotavy”.

En una fría jornada, “no podía ni caminar, me dolía mi rodilla y tenía hambre”, pero el tema es que no tenía para comprar. “De repente reviso y encuentro billetes viejos, de 500 y 1.000 guaraníes que llevé para recuerdo más que nada. Le mostré a un señor, le pareció llamativo y me cambió por la moneda local. Akaru galletita, cosas dulces, porque en cuanto a lo salado no sabía qué comer, un desastre era. El intercambio de mis billetes hice con cinco personas más o menos”.

Todo el tiempo comiendo dulce ya no pegaba, entonces tomó coraje para variar un poco “Compré pollo frito y era incomible por el picante. Ojogua la che juru petéva, itaieterei. Tuicha mba’e la vare’a. Ajohéi porã ha añapytî chupe”.

El panorama empeoraba. “Después me llevó otro lado, cherejaréi hotel-pe. Ndaipóri ha’u ára, ahecha corredor-pe cinco manzanas ha araha. Para cenar había que sentarse en el piso y como no sabía qué era lo que había, no comí nada nomás, pese al hambre. Un señor había sido me estaba controlando y al salir a la calle vi churro chyryry. Oseñe'ã chéve si no quería y le hice con el dedo al pelo. Comí uno en un flash y me hizo la seña nda’usevéipa. Moví la cabeza señalándose si y terminé comiendo tres”. Es que el hombre de buen corazón no le había puesto límites.

Estuvo al borde de la desesperación. “Tres días cherejaréi pe tipo, sin un peso. Estaba en un departamentito, ni ahecháva ni ahendúva nantendéi. Hesaívamante oime”, en relación al rasgo de los orientales.

“Te voy a pagar US$ 120.000 y te voy a mandar a una camioneta 0 km.‘, me dijo, che mongele’e. Amano mo'ã, porque dos días porã ndakarúi”.

“Viernes okañy chehégui ha ou domingo ka’aru. Me lleva al aeropuerto y se borra. Había sido que tenía que pagar 100 dólares por tasa de aeropuerto y no tenía. Aikopáma hese dije. Le vi a un señor con el que me había ido luego, hablaba español, le expliqué que no tenía nada, seca y me dio. Añembokoli hendiekuéra”.

En el balance, “en tres semanas bajé siete kilos, cheróva kangue mante ojehecha, si ndakarúi voi”.

Al llegar a Paraguay, se dio vuelta la tortilla. “Encontré en el aeropuerto a un kapelu, le dije aquel señor me salvó, le expliqué todo y el amigo me dijo decile nomás que pase por aquí (al margen del control). Había sido que el coreano trajo bolsones enormes y que tenía que pagar mucho más de lo que me dio. Como todo le salió gratis, che retûmba mo'ã”.

Recién al aterrizar a nuestra principal estación aérea, en Luque, se sintió aliviado, pero había otro problemita que solucionar. Es que no tenía un solo guaraní para costear su traslado, ni para la opción más económica, la Línea 30. “Tomé un taxi y le dije al señor vamos a Fernando de la Mora. Me fui hasta la casa de un amigo y le dije no me querés dar G. 120.000 para pagar...”. Su cuate hasta se sorprendió, porque del “Toro” esperaba un súper regalo, no semejante pecheada.

vmiranda@abc.com.py

Via ABC Color https://www.abc.com.py

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